Las húsares de Momo
Es de noche y se abre el telón del Teatro de Verano. Dieciséis arlequines empiezan a reírse fuerte a carcajadas que se transforman en llanto angustiado a medida que se acercan a los micrófonos. Del costado del escenario, sale Carmela Viñas que cuenta uno, dos, tres y la murga A La Bartola empieza a cantar:
El mundo está hecho bosta
A gritos nos pide ayuda
Para mí que ya no hay solución
Bienvenidx a otro Cable a Tierra. Termina febrero, un mes marcado por una de mis fiestas favoritas: el carnaval en Uruguay. Sí, ya sé, ya mencioné Uruguay en el newsletter anterior, pero es la época, les prometo. Porque eran esos veraneos familiares los que estaban marcados por el trueno de los tamboriles, que se colaban incluso por las ventanas de los departamentos del Barrio Sur. Podíamos no verlos, pero sabíamos que estaban ahí ensayando. Después ese sonido cobraba imagen cuando mirábamos por la tele el desfile de las Llamadas. El resto del año, el candombe y la murga sonaban en casa desde los cassettes de mis padres, en especial los de Jaime Roos. Pero para que empezara a gustarme la murga todavía faltaba.
Carmela Viñas, directora escénica y encargada de los arreglos corales de A La Bartola y tallerista de música, iba a los tablados siendo niña. En especial con su mamá y su tía, las más carnavaleras de la familia. “Mi primer recuerdo es ir al Velódromo cuando era una gurisa de diez años. Me acuerdo de Diablos Verdes, de no entender mucho y que la gente se reía y aplaudía”, cuenta. Pero para que empezara a dirigir y hacer los arreglos corales de la murga todavía faltaba.
Según la historiadora, docente y escritora uruguaya Milita Alfaro -autora, entre otros libros, de Jaime Roos, el montevideano. Vida y obra (Planeta, 2017)-, cuando se conforma la sociedad moderna montevideana a principios del siglo XIX, el carnaval deja de ser una fiesta que incluye a todos y las mujeres pasan a ocupar un lugar de espectadoras o con una participación en roles menos visibles, como vestuario, maquillaje y todo lo vinculado a la gestión tras bambalinas.
“Eran mayoría de varones los que integraban la murga arriba del escenario, pero mujeres en el género siempre hubo”, señala Chiara Miranda Turnes, docente de la Universidad de la República (UdelaR), investigadora asociada a la cátedra UNESCO de Carnaval y Patrimonio y editora del libro En todos los escenarios. Trayectoria de mujeres que construyen la murga en Montevideo (Sujetos Editores, 2024). En la historia destacan Perlita Cucú, que en 1932 y con apenas 14 años dirigió a Don Bochinche y Compañía o Juana “Pochola” Silva, que en 1962 dirigió Rumbo al Infierno, la primera murga integrada solo por mujeres.
Chiara cuenta que “entre la dictadura y la década de los ‘90 empiezan a llegar personas de distintas disciplinas artísticas al carnaval”. Actores, actrices, cantantes, son invitados a salir con las murgas para febrero, entre ellas Mary da Cuña, la primera mujer en participar del concurso oficial de carnaval en 1975 junto a Diablos Verdes. “Pero por más que hay mujeres en escena, el coro sigue siendo, en su mayoría, de varones con voces graves que tiene que despeinar. Las mujeres siguen muy asociadas a las tareas de sostenimiento del espectáculo”, agrega. El punto de inflexión viene a finales de los ‘90 con la creación del Encuentro de Murga Joven (EMJ).
Interrumpo por acá el relato histórico. Quizás me faltó decirles una cosa: la importancia que tiene la fiesta del carnaval en Uruguay. Hacer un glosario para explicarlo todo sería un poco extenso, pero para que se hagan una idea voy a tomar las palabras de mi madre que dice que Montevideo puede paralizarse por tres cosas: por los partidos de la selección (pues vamo’ arriba la Celeste), la Vuelta Ciclista y el carnaval. La fiesta se inaugura con desfiles que van por 18 de Julio, la avenida más importante de la ciudad, que se pasan en la televisión, al igual que el concurso oficial. También hay competencias en el resto del país de forma simultánea.
Y también está presente en las familias. Las murgas tienen hinchadas, cual club de fútbol. Hay tablados públicos o privados para ver los espectáculos que cada conjunto diseña año a año. Las murgas y cuerdas de tamboriles ensayan en espacios donde se los puede ir a ver durante el año. La casa de algún conocido puede ser el lugar donde se guardan los vestuarios o instrumentos y no falta pariente que estuvo en una murga o que se quedó con las ganas de participar en una murga. Escribió Jaime Roos:
La murga vive
Nadie la enseña en
ningún lugar
Los botijas se la saben
Y después quieren cantar
En 2012, a Carmela la invitaron a cantar como sobreprima en La Provisorio Murga, que solo salió ese año. “Al año siguiente me invitaron a otra murga, Saltó la Térmica. La idea era cantar de sobreprima, pero el director no iba a seguir. Y como yo tocaba la guitarra, encaré ese rol. Esa fue la primera vez que dirigí, fue muy repentino y fue como ir a la guerra con una cuchara. Yo tenía poca experiencia en murga y el rol de director tiene mucha responsabilidad. Una cuenta mal hecha, un tono mal tirado, el tiempo, cómo ubicarse. Son la batería y la dirección las que llevan el ritmo del espectáculo”, describe.
A La Bartola nació en 2014 con Carmela y Pedro Alfonso, quien hoy se desempeña como director artístico de la murga. “Fue ir aprendiendo todo sobre la marcha. Terminé dirigiendo, arreglando y reconociendo los recursos que usan otras murgas para tomarlos. Era experimentar en el Encuentro de Murga Joven, que no es tan cuadriculado, y fuimos construyendo una identidad”, agrega Carmela.
En 2016, 2018 y 2019, A La Bartola se llevó la Mención al Espectáculo del EMJ que fue “un gran empuje”. Ese último año dieron y pasaron la prueba de admisión para participar del concurso oficial de 2020, que fue suspendido por la pandemia. Recién en el siguiente carnaval pudieron subirse al Teatro de Verano.
En 1998, la Intendencia de Montevideo -bajo la administración de Mariano Arana del Frente Amplio- y el Taller Uruguayo de Música Popular (TUMP) fundaron el Encuentro de Murga Joven, un espacio que convoca a cualquier persona que no supere los 35 años a participar de talleres de murga. “Son talleres que se dictan en barrios periféricos y se convoca para coordinarlos a murguistas de trayectoria como Gabriela Gómez (cantautora y directora artística y general de La Bolilla que Faltaba, la primera murga con coro de mujeres en participar del concurso oficial); (Pablo) ‘Pinocho’ Routin; Guillermo Lamolle o (Eduardo) ‘Pitufo’ Lombardo. Al final, se hace una muestra para que las murgas que se formaron en el Encuentro, muchas de ellas mixtas, presenten sus espectáculos. Eso crece y hace que la gente que hace talleres de murga por fuera del Encuentro también se anoten en la muestra”, explica Chiara.
Del encuentro salieron murgas que han participado (e incluso ganaron) del concurso oficial: Agarrate Catalina, Queso Magro, Cayó la Cabra, La Mojigata, Gente Grande. En 2025, nueve de las 22 murgas que participan del concurso oficial tienen su origen en el EMJ.
“Lo que caracterizaba a las murgas del Encuentro era la creatividad, tener buenos textos. Muchas se conforman como cooperativas. La calidad de las voces no era lo que más les preocupaba. Había mujeres en escena, la mayoría de sobreprimas, algunas con voces increíbles y que no necesariamente eran figuras que venían de la televisión. Ese es un factor que empieza a cambiar las cosas”, apunta Chiara.
Según Carmela, en el EMJ “la participación de las mujeres es mucho más común, no solo de textos sino de cupleteras, directoras, solistas, o en la batería, lugares no tan comunes”. “Ser más mujeres (en A La Bartola) fue una búsqueda. Nos importaba que tuvieran roles importantes desde la gestión de una murga cooperativa, pero también en el escenario, cupleteando, en batería, escribiendo. Es una postura política sostener estos espacios con mujeres al frente y como identidad del colectivo también”, afirma.
En octubre de 2020, la escena carnavalera fue sacudida por Varones Carnaval, una cuenta de Instagram que recibió y publicó denuncias anónimas en las que se acusaba a varones carnavaleros de violencia y/o abuso sexual. Si bien la mayoría de las denuncias no tuvo un seguimiento judicial, sí se generaron procesos de cambio en el ambiente del carnaval y, en algunos casos, los murguistas acusados se alejaron de sus conjuntos.
“Varones Carnaval todavía está teniendo consecuencias”, apunta Chiara. Y es que, además del concurso oficial y los tablados populares, en Montevideo se desarrolla Más Carnaval, un espacio autogestionado impulsado por el Sindicato Único de Carnavaleras y Carnavaleros del Uruguay (Sucau) que tiene como objetivo la realización de tablados populares en la ciudad. A partir de Varones Carnaval, hay una división y se crea Carnavalé. “Que propone desde el inicio construir un carnaval sin violencia de género y tiene como regla que los escrachados no se pueden subir a cantar -explica la docente e investigadora-. Ambos circuitos autogestionados funcionan al mismo tiempo que el concurso oficial. Ambos fueron creciendo y generan cosas super interesantes en barrios de forma gratuita y abierta”.
Además, en 2017 se organizó el primer Encuentro Nacional de Murgas de Mujeres, que luego devino en el Encuentro de Murguistas Feministas (el último realizado en 2022, pero el colectivo convoca a marchar el próximo 8M) para visibilizar también a personas travestis, trans, lesbianas y no binaries que forman parte del carnaval. La consigna: “Sin nosotres no hay carnaval”.
Para el carnaval de 2025, A La Bartola presentó su espectáculo El humor, ¿puede salvar al mundo? que con personajes como payasos, ventrílocuos con muñecos que se parecen mucho a Milei y el Capitán Chiste, un superhéroe que viene a salvar al mundo con humor, busca denunciar el presente marcado por gobiernos de ultraderecha, guerras y retrocesos en materia de derechos. “Hay una necesidad del género murguero de hacer denuncia y expresar esa rabia de forma creativa”, dice Carmela.
Con los años, A La Bartola construyó su propia identidad, siempre priorizando el cuidado del grupo y, en sus espectáculos, buscando superarse y mantener “el humor como bandera”. En el estilo de la dirección, Carmela cuenta que algunos de sus referentes son Tabaré Aguiar de Queso Magro, por la forma en que “su presencia escénica ayuda a la comunicación del espectáculo”, y Victoria Gutiérrez, directora de Cero Bola*, una murga con componentes mujeres que salió del EMJ. “Al verla fue la primera persona que me hizo pensar en dirigir -recuerda Carmela-. A veces cuesta imaginar que algo sea real y verla dirigiendo una murga que estaba buenísima y que te hacía pensar mil cosas fue zarpado”.
Todavía quedan desafíos por delante. “Se ha avanzado mucho, pero es lento y poquito -apunta Chiara-. En el caso de la murga hay algo super importante en la creación de los espectáculos y es que son pocas las mujeres letristas o suelen trabajar también con letristas varones. Es importante que haya mujeres en escena, pero hay una segunda etapa que tiene que ver con qué canta esa murga”. Y destaca a Jimena Márquez, dramaturga y letrista de espectáculos de Cero Bola y, este año, de La Nueva Milonga; y a Sofía Zanolli, la pluma detrás de uno de los cuplés de Gente Grande.
También es importante, agrega, poner el foco sobre los criterios del concurso de carnaval, que condicionan “la toma de decisiones y quién sale y quién no”. Privilegiar la sonoridad de voces graves masculinas hace que los dueños de esas murgas (que pueden o no ser cooperativas) decidan dejar de lado a las mujeres para tener más posibilidades de ganar, participar de más tablados y, por sobre todo, ganar más dinero.
La primera vez que fui a un tablado fue al Velódromo en 2017. Fuimos con tíos, primos, sobrinos y me encantó. De ahí en adelante empecé a seguir el concurso oficial por YouTube. La presencia de mujeres me llamaba la atención, en parte porque la sonoridad es muy distinta a la que escuchaba de chica en los cassettes y, por otro lado, porque como bien señalan Carmela y Chiara las letras dicen algo distinto, algo que resuena y tiene que ver con las experiencias de mujeres y diversidades. Esas voces, esas presencias arriba y abajo del escenario son necesarias para que ninguna se quede callada codiciando la pintura y el disfraz.
Fiesta
Qué fantástica, fantástica esta fiesta
Qué fantástica, fantástica esta fiesta
Esta fiesta construida desde ahí
Una fiesta más igualitaria
Cuplé de la murga Doña Bastarda en 2022 con Emilia Díaz y Camila Sosa.
Detrás de escena
Igual que la vez pasada, les vuelvo a compartir un poco de lo que leí, vi o escuché para armar este newsletter. No todo, porque sería un montón 🤣 Va un montoncito (?).
🔌 Si no hay fans de Jaime Roos en la sala (muy entendible si no tienen familia uruguaya), les cuento que el título del newsletter viene de la canción Colombina. Pero otra canción que habla de carnaval y que ha sido siempre de mis preferidas (por eso la mencioné varias veces en el texto) es Los Futuros Murguistas. Les sumo este podcast de 2021 de El Observador sobre la vida y obra de Roos.
🔌 En todos los escenarios. Trayectoria de mujeres que construyen la murga en Montevideo, el libro que editó Chiara Miranda Turnes todavía no se consigue en Argentina, pero está disponible en librerías en Uruguay. Cuenta las historias de cinco mujeres carnavaleras: Ana Clara Carriquiry, componente de Cero Bola; Jimena Márquez, letrista y dramaturga; Leticia Pin, maquilladora y vestuarista; Mirta Ramírez, presentadora de un tablado popular y Virginia Gervasio, componente y directora de Cayó la Cabra. También se puede ver el documental que hicieron los alumnos que participaron de la investigación.
🔌 * Más arriba le hice un asterisco a Cero Bola. Su historia merece un newsletter (y mucho más) aparte, pero en esta versión en modo Te lo Resumo Así Nomás les cuento que es una murga feminista, que participó y ganó en el Encuentro de Murga Joven en 2007 y 2008 y que al momento de dar la prueba de admisión al concurso oficial les cambiaron un poco las reglas de juego y les hicieron una devolución muy agresiva en la que uno de los fundamentos fue que “no suenan como murga”, entre otras cosas 😡 Les dejo el espectáculo que presentaron en 2008 en el EMJ.
🔌 Por acá hay un poco más de la historia de “Pochola” Silva. Cero Bola le hizo un homenaje y Falta y Resto también. Cuando Pochola murió, Soledad Castro Lazaroff (Falta y Resto) escribió esta nota. Y en Daecpu salió esta otra.
🔌 Me gustó esta entrevista a Mónica Santos, excomponente de Araca la Cana y la primera mujer en ganar el primer premio de murga en el carnaval uruguayo.
🔌 Por último y porque ñoña se nace, les comparto estos trabajos del colectivo Investimurgueando, que dirigen Pía Bava, Sabrina Umpiérrez y Victoria Gutiérrez (Cero Bola): la investigación El lado B de la murga: la mujer y su participación y la cuenta de Instagram en la que se recopilan perfiles de mujeres murguistas.
Un agradecimiento especial a Gonzalo Alonso del Museo del Carnaval por la orientación y también a mi tío, con el que charlamos mucho del armado de este newsletter y sobre la murga.
Si quieren ver el concurso de carnaval de este año lo pueden ver por acá. Ahora sí, me despido hasta la próxima.
¡Salú!